La fermentación alcohólica se realiza en depósitos de acero inoxidable de pequeño tamaño con remontados y bazuqueos diarios con el fin de obtener el color, los taninos y la estructura deseada.
Al finalizar la fermentación alcohólica, el vino se trasegó a barricas de roble francés y americano durante 24 meses para la realización de la fermentación maloláctica y posterior crianza.
Mediante catas y análisis del vino se controla el momento de sacarlo de las barricas. Entonces pasa a depósito donde se clarifica y se filtra para una vez embotellado pasar a los “calados”, donde siempre a la temperatura y humedad adecuada, reposará el tiempo necesario hasta su salida al mercado.